martes, 19 de abril de 2011

Mi padre se llama Jesús

Mi padre ha llevado gafas toda la vida. Toda la vida mia, claro, que él nació sin gafas y su vida comenzó entonces. Lo que es para mi toda la vida es una risa para mi padre, así que no quiero ni pensar en las carcajadas que se echan a mi costa los abuelos en el cuarto de estar . Porque ese cuarto es para estar y en ese ambiente las risas se desenvuelven bien. Tiene gracia porque en casa de mi madre, cuando éramos pequeños, mi hermano y yo nos pasábamos la vida en el cuarto de estar, que para mi era más "elcuartodestar", solía pronunciarlo siempre todojunto y rápido porque permanecer en esa pequeña estancia suponía un estado muy particular y concreto que no podía venir dado por más de una palabra. No sé si se entiende lo que digo. Allí había un teléfono verde muy ochentero digno de pertenecer a una mujer soltera, al que mi padre llamaba cada jueves. No me importaban los gritos, me gustaban los gritos de papá.
Menos aquella mañana. Entonces muchas cosas cambiaron. Cuando bajamos al portal mi padre estaba de espaldas. Le habíamos hecho esperar veinte minutos, aparecimos un poco despeinados, con los cuadernos de matemáticas bajo el brazo. Abrimos la puerta enorme de los barrotes fríos, él se giró, despacio, un pitido agudo perforó nuestras orejas infantiles, apretamos los puños, aguzamos la vista. Nos miramos entre nosotros, no sabíamos qué decir.

Ahora sí, pero quién era aquel extraño caballero.

Mi padre se había cambiado de gafas.

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