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Les dejo aqui una invitación a una exposición de una destacada artista chilena, trata de la escultura en arcilla, basandose en el arte alfarero.
RUTH KRAUSKOPF
Escultura en arcilla
Curatoría: Ana María Yaconi y Benjamín Lira.
En el MAVI del 3 Junio al 24 Julio 2011.
"Exposición de una de las más destacadas artistas chilenas en cerámica, que reúne más de 30 años de trayectoria, entre esculturas y objetos utilitarios. Krauskopf se ha ganado un especial lugar en la cerámica y la escultura del país gracias a su incansable investigación y productividad tanto en lo utilitario como en la escultura, y a su impulso cultural a través del Taller Huara Huara.
El arte alfarero renació en Europa a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Se aglutinaron varios grupos de ceramistas, poetas y artistas que investigaron y desarrollaron talleres –lo que en inglés se llama Studio Pottery–, en respuesta a la industrialización que sufrió esta disciplina. Estos ceramistas escogieron fabricar objetos domésticos utilitarios en vez de piezas artísticas. La cerámica utilitaria, por pequeña o íntima que sea, puede convertirse en un objeto arquitectónico que contenga y refleje el universo; se transforma así en un objeto que algunos llaman áurico, o de poder, y que es admirado como talismán u obra de arte. Una de las figuras principales de la época fue el legendario Bernard Leach (1887-1979), uno de los primeros ceramistas europeos en asimilar íntegramente la estética y la filosofía de los antiguos ceramistas japoneses, coreanos y chinos, y un pionero en los intentos por introducir estos conceptos en Occidente.
La estética de Krauskopf está enraizada en esta tradición: entreteje esta herencia con el vigor de la simpleza y el refinamiento, con un eco de la sensibilidad de los maestros japoneses, que cultivan la legendaria cerámica gres de la ceremonia del té, por la sobriedad, la irregularidad y la aspereza de la greda. Krauskopf no cambia la estructura del material, sólo le da vida, zambulléndose en la investigación de dinámicas formas, e igual que los maestros nipones, deja espacios de reposo para explorar la mirada o la contemplación. Espacios incompletos, sin acabar, que son el lugar para la transformación, donde se incuba la sensación de que queda espacio para seguir expandiéndose.
Su gesto como ceramista es ágil y expresionista; a veces impulsa una huella frágil, otras tosca y generosa, que se comprenden como cicatrices que viven en el grosor de fuertes paredes y rincones, muchas veces imperfectos, que se enriquecen al chocar con la luz, produciendo táctiles sombras. Así prepara la pieza para ser intervenida –con la aplicación de brochazos rápidos de engobes o trazos monocromos de esmaltes– y luego modificada por el vigor del fuego, que ayudará a revelar los contrastes y a percibir el verdadero sentido de la austeridad que Krauskopf busca y logra cuando se termina por cuajar el territorio de la piel de barro. Nos concede así un espacio y una obra para meditar, para crecer, para descubrir su esencia y sus latidos.
Krauskopf planifica y trabaja, desarrollando series de formas o temas. Lejos de anquilosarse en un solo lenguaje, ha transitado entre la meditación en el torno, desde el cual salen piezas utilitarias, y el trípode de escultor, en el que se concentra modelando y balanceando complejos volúmenes. Ambos caminos se retroalimentan y han dado cuerpo a una obra de excelencia."
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